domingo, 18 de julio de 2010

Espejito, espejito.

Hace rato que vengo tratando de ordenar las ideas que me dan vueltas. Todo entreverado, la política, el fulbo y las estupideces televisivas o la estupidez televisada, me remiten a lo mismo: La debilidad de los argentinos por la demagogia.
La demagogia como versión viciada de la democracia según la definición aristotélica. Pero para que se entienda más claramente, vista desde su aspecto más difundido, el de los aprovechadores de las masas desquiciadas, endulzándoles los oídos. Diciéndoles exactamente lo que las mayorías quieren oír.
Y las mayorías desprovistas de educación, aplaudiendo y acatando sin el menor filtro crítico lo que los representantes proponen.
Fenómeno claramente visible en el discurso político. Basta ver los denodados esfuerzos de nuestros dirigentes, por asegurarse el relato de la realidad. Atentos a lo que dicen los medios críticos, estigmatizándolos indiscriminadamente y asegurándose –fútbol gratuito mediante- una buena audiencia para repetir las loas a su gestión.
Todo parte de lo mismo. La gente no quiere la verdad. Tiene otras apetencias. En lo político ya tiene definido a quién darle pelota, le diga lo que le diga. Todo se limita a imponer la legitimidad de las fuentes. Luego todo se reduce a dar crédito a lo que proceda de esas fuentes. Terreno fertilísimo para las mentiras y las falacias. Cuando no, para las exageraciones o las exaltaciones de lo más banal. Y así llegamos a Tilinguelli. -A Maradona y el periodismo deportivo, lo dejamos en el medio.-
En estos casos, lo más notorio es la obsecuencia.
Diego refleja con patetismo esa imperiosa necesidad de genuflexión. Tinelli la practica incondicionalmente. La exaltación de las pedorradas más gigantescas en horario central. Esa es una clara subversión de valores. Presentar a precariedades artísticas de las que desfilan por su show, con adjetivos propios de las más altas expresiones del arte, resta.
Si, si. No suma ni un poquito: Resta.
Maradona se comporta desvergonzadamente demagógico. El no tiene empachos en repetir perogrulladas en tono reflexivo. Ellos saben como dejar contentos a su público. Y si…. Si el público no se aviva, que nos jodamos.

Ojo. Yo a Diego lo quiero. Incluso como técnico.

De esto hablo.